Hubo un tiempo en que los piratas tirrenos, conocidos más adelante como etruscos, surcaban los mares y aterrorizaban las zonas del litoral. Hasta ellos llegó un joven e imberbe Dioniso.
Hay varias versiones por las que el dios acabó subido a la nave de los piratas.
En la primera, este suceso se produjo cuando Dioniso aun era muy joven y quería viajar desde Icaria hasta Naxos[1]. Los marineros pasaron de largo la isla con intención de venderlo en Asia. Higino va más allá y nos cuenta cómo, ante su belleza, los piratas trataron de violarlo.
La segunda nos cuenta cómo Dioniso tomó deliberadamente ese aspecto más juvenil y se vistió con ricas y llamativas ropas y valiosos adornos de oro y piedras preciosas y se dejó ver por la costa hasta que los tirrenos se fijaron en él[2].
La tercera es una mezcla de ambas: era joven aun y caminaba a la orilla del mar cuando los piratas lo vieron y lo secuestraron[3]. Ovidio cuenta que estaba borracho y, cuando se le pasó un poco la modorra, pidió que lo llevaran a Naxos.
Intentaron atarlo, pero las ligaduras se caían solas. Acetes, el timonel, fue el único que había percibido que aquel joven tenía algo divino y quiso impedir que lo retuvieran o le hicieran algo malo, pero solo consiguió que lo golpearan y apartaran de sus funciones.
Y, de repente, el barco se detuvo en medio del mar. Empezó a oler a vino, y de lo más alto del mástil comenzó a crecer una viña. La nave se cubrió de hiedra, y aunque los marineros intentaban seguir remando, ésta se enredaba en los remos y los bloqueaba. Al volverse descubrieron a Dioniso en todo su esplendor, revelando su verdadera identidad. De pie frente a ellos, su cabeza se coronaba con racimos de uvas y sostenía una lanza cubierta de pámpanos. A sus pies yacían panteras y tigres. El sonido de flautas llenó los oídos de los hombres y acabó de enloquecerlos.
Los piratas, aterrorizados, se lanzaron por la borda tratando de huir y fueron transformados en delfines tal y como sus cuerpos tocaban el agua. El único que escapó a ese destino fue el timonel, Acetes.
Notas
[1] Apolodoro e Higino.
[2] Nonno de Panópolis.
[3] Ovidio y los himnos homéricos.
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