El quinto de los trabajos de Heracles fue limpiar en un solo día los establos del rey de la Élide, Augías, que poseía muchas cabezas de ganado. Tenía tantas vacas y cabras que la región estaba quedando estéril a causa de la cantidad de estiércol.
El héroe se presentó ante Augías, pero no le explicó que su misión se trataba de un encargo. En vez de eso se lo propuso a cambio de un pago: la décima parte del ganado. El rey no creía que fuera capaz de cumplirlo, pero aun así aceptó con su hijo Fileo como testigo.
Heracles lo logró abriendo una brecha en los cimientos de los establos y desvió el curso de dos ríos próximos, el Alfeo y el Peneo. Pero Augías se enteró de que era uno de los trabajos encargados por Euristeo y se negó a pagarle lo acordado. Por este asunto incluso llegaron a juicio y Fileo tuvo que testificar contra su propio padre. Ambos, Heracles y Fileo, fueron expulsados de la Élide.
Esta hazaña no sirvió ni a Heracles, puesto que Euristeo no la aceptó como válida al haber pedido un pago por ello que no recibió, ni al propio Euristeo, ya que se la había encomendado para humillarlo, pero con la treta de desviar el curso del río había cumplido sin ensuciarse.
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