Los dioses concedieron a Pigmalión su deseo de que la mujer perfecta, la que él mismo había creado en mármol, cobrara vida y fuera su esposa. Con lo que no había contado era con que, además, tendría su propia personalidad.
La historia que nos cuenta se sitúa donde acaba la de Ovidio; después de haber cobrado vida y haber tenido a su hija. El amor puro que sentía Pigmalión duró mientras la estatua era un ser inanimado, pero la nueva condición de Galatea incluía hablar, pensar y, en definitiva, tener una voluntad propia que no era lo que él buscaba, y que definitivamente no le gustaba. Prisionera de su marido y vigilada constantemente, Galatea busca la forma no solo de liberarse ella, sino también a su hija Pafo.
Es una historia aparentemente sencilla, aunque con mucha carga emocional. Y cortita; se lee muy rápido. No se parece a las otras obras de Madeline Miller (Circe y La canción de Aquiles), pero es igual de amena. El Pigmalión que se describe es, utilizando el mismo término que la autora, lo que ahora se llama un incel. Uno de esos hombres que odia a las mujeres, pero las desea. Controlador y obsesivo. Un prototipo al que da pie el propio Ovidio, que describe al rey de Chipre como un hombre que vive soltero por estar «ofendido por los muchos vicios que la naturaleza dio al alma femenina». Por ello crea a su propia mujer perfecta tallada en marfil y se enamora de ella. Os contamos este mito aquí.
La autora nos narra cómo la mantiene encarcelada y aturdida, simplemente a su disposición para cuando a él le apetezca disfrutarla físicamente. Ella le sigue el juego por su propio bien, pero mientras tanto piensa en su hija, a la que Pigmalión pretende dominar también, y en cómo liberarse ambas de su yugo.
Es una trama cargada en todo momento de un aura angustiosa. Precisamente que el personaje hable con una capacidad envidiable para mantener la calma y analizar fríamente las cosas, casi como si lo que está pasando no fuera con ella —quizá debido a su «naturaleza pétrea»—, contrasta aún más con lo escabroso de su situación. Es capaz de fingir el comportamiento que los demás esperan de ella de forma calculada para conseguir, a la larga, sus objetivos. Además de su propia libertad, el pensamiento que tiene todo momento es su hija; no solo quiere asegurar su bienestar presente, sino también impedir que su padre frene sus capacidades y la relegue a una prisionera, como ella misma, que utilizar en función de sus intereses.
Lo que me gusta de esta autora es que consigue plasmar de forma muy sencilla sentimientos muy profundos. Sin extenderse en demasiadas palabras y con unas pocas escenas, algunas contadas como simples retazos de su memoria, somos capaces de entender el gran peso que tiene en la historia el vínculo con su hija. Pese al mal cuerpo que me ha dejado, la valoración general que hago es muy positiva.
Esta edición, además, viene ilustrada por Ambra Garlaschelli. Podéis ver algunas muestras del trabajo que ha hecho para el libro en su página web, en este enlace.
Por último, hay que recordar que el nombre de la novela y del personaje principal, Galatea, en realidad no se menciona nunca en la mitología griega. Fue Jean-Jacques Rousseau quien bautizó a la estatua en su comedia «Pigmalión» de 1792 (que podéis leer aquí).
Título: Galatea
Autora: Madeline Miller
Ilustraciones: Ambra Garlaschelli
Año de publicación: 2022
Editorial: Alianza de Novelas (AdN)
Nº de páginas: 80
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