Episodios

El caballo de Troya

Los aqueos no habían sido capaces de conquistar Troya en diez años y, tras la muerte de Aquiles, sus posibilidades de ganar habían disminuido. Entonces, Odiseo[1] tuvo una idea brillante; le pidió a Epeo que construyera un caballo de madera de enormes dimensiones, hueco por dentro.

En su interior se esconderían los mejores de entre los argivos, entre ellos el propio Odiseo, Diomedes y Neptólemo[2]. Menelao, el ultrajado esposo de Helena, lideraría la incursión. En el exterior grabaron las palabras:

«Regalo de los dánaos para Atenea»

Los demás trasladaron su campamento a Ténedos y esperaron pacientemente.

Cuando los troyanos encontraron el regalo, Príamo ordenó llevarlo hasta la ciudadela. Sin embargo, dos voces se alzaron en contra. Una era la propia hija del rey, Casandra. Apolo le había dado el don de la profecía, pero también había intentado acostarse con ella. Al ser rechazado, el dios hizo que nadie creyera en sus predicciones. Por lo tanto, nadie hizo caso a pesar de sus gritos desesperados.

El otro era Laocoonte, el sacerdote de Apolo. Al encontrar el caballo, los troyanos quisieron hacer un sacrificio a Poseidón para desear tempestades que complicaran la ruta de vuelta a los aqueos. El puesto de sacerdote de Poseidón estaba vacante porque al anterior lo habían lapidado al acusarlo de no haber sabido poner al dios de su parte para impedir la llegada de los enemigos.

Laocoonte había desconfiado del caballo y se mostró en contra de llevarlo al interior de la ciudad. Incluso lanzó una jabalina contra él que, al rebotar, demostró que estaba hueco en su interior. Pero tuvo que acatar órdenes y realizar el sacrificio al dios del mar. Cuando estaba a punto de inmolar un gran toro, dos enormes serpientes salieron del mar y atacaron a sus hijos. Al intentar ayudarlos, también lo mataron a él.

En realidad, esto fue obra de Apolo como castigo por haber yacido con su mujer en su templo y frente a su estatua. Pero los troyanos lo tomaron como una señal de los dioses para que aceptasen el regalo.

Hizo falta derribar una sección de la muralla para poder introducir al gigantesco caballo en la ciudad. Sin embargo, una vez frente al templo de Atenea, los habitantes de Troya tenían dudas. Deliberaron sobre su destino y barajaron tres opciones: rajar la madera, despeñarlo desde lo alto de la acrópolis o dejarlo allí para aplacar la ira de los dioses.

Para su desgracia, ésta última fue la opción elegida y Príamo ordenó celebrar una gran fiesta. Había otra persona presente que sabía lo que pasaría, pero no dio ninguna advertencia. Helena caminaba alrededor del caballo susurrando los nombres de los aqueos. Odiseo tuvo que contener a Menelao para que no respondiera a la llamada.

Cuando se hizo de noche, los aqueos que se habían escondido en Ténedos regresaron, guiados por una antorcha que encendió Sinón sobre la tumba de Aquiles. Mientras tanto, los del interior del caballo esperaron hasta que consideraron que los troyanos se habían dormido. Entonces lo abrieron y salieron, portando sus armas.

El primero fue Equión, que se mató con la caída al saltar. Los demás utilizaron cuerdas para bajar y se dirigieron a la muralla, donde abrieron las puertas para que los que esperaban fuera pudieran entrar. Entonces se desató el caos y Troya, tras una década de resistencia, al fin sucumbió.

Notas

[1] Apolodoro y Quinto de Esmirna le atribuyen la idea a él, pero en otras fuentes varía. En Higino, es Atenea quien se lo aconseja a Epeo. También según la Pequeña Ilíada, Epeo sigue las instrucciones directamente de la diosa. En la obra Dictis Cretense se dice que es idea de Héleno, el príncipe troyano hermano mellizo de Casandra.

[2] El hijo de Aquiles. Una de las condiciones para que ganaran los aqueos era que él, al igual que su padre, participara en la lucha.

Marta Elías

Barcelonesa de nacimiento y corazón y viguesa de adopción. Estudio el grado de Historia por la UNED, con especial hincapié en la Historia Antigua. Escribo libros de aventuras en mis pocos ratos libres.

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