«La profecía del rayo y las estrellas», de Rick Riordan y Mark Oshiro

La profecía del rayo y las estrellas

Una voz llama a Nico DiAngelo desde el Inframundo. Un nuevo oráculo lo manda a buscar a un amigo que dejaron atrás. Pero Will Solace no dejará que Nico emprenda solo ese viaje, aunque tenga dudas sobre si él, un hijo de Apolo que necesita la luz del sol, podrá sobrevivir en los más profundo del Tártaro.

Esta trama se había presentado en el último libro de la saga de Las pruebas de Apolo y se desarrolla aquí en forma de novela independiente.

Valoración personal

Con todo el dolor de mi corazón, porque me encantan las sagas anteriores, pero es el primero de Rick Riordan que no me ha gustado. Además, es que hasta se me ha hecho pesado de leer. Y me fastidia especialmente porque la pareja protagonista me gustaba mucho, en especial Nico, que en la saga Héroes del Olimpo es uno de los mejores personajes. A Will le tomé cariño en la saga Las pruebas de Apolo, y el rescate de Jápeto era un cabo suelto que siempre me había llamado la atención y tenía ganas de que se resolviera. Al saber que habría un libro con dichos personajes y con esa misión, las expectativas eran altas. Y no es que la trama no las haya cumplido; es que es prácticamente inexistente.

La villana tiene una motivación absurda y sin pies ni cabeza; las situaciones que pretenden ser cómicas no tienen ninguna gracia y el viaje en sí es bastante corto, pero el libro es largo porque tiene muchísimo relleno innecesario. Sin embargo, lo que peor me ha parecido es lo que han hecho con Nico y Will. Tampoco parecen ellos. Con ninguna pareja de la saga ha habido tal nivel de ñoñería, y además en un personaje como Nico no pega nada.

Que sí, que está bien dar el mensaje de que los chicos pueden tener sentimientos, mostrarlos y ser ellos mismos, pero este personaje pasa de cero a cien. Y Will de repente es un inútil durante la inmensa mayoría del libro. Las pocas veces en que sirve de algo, también es de una forma que personalmente no me ha gustado. Ambos eran de mis favoritos y he acabado incluso aborreciéndolos un poco y sin ningunas ganas de que continúen sus aventuras.

Quizá, en parte, porque la sensación que he tenido es la de que ni la trama mitológica ni los personajes importaban demasiado. Que eran una excusa para tratar otros temas: la aceptación de uno mismo, las dudas e inseguridades de dos adolescentes en una relación seria, el concepto de género y sus roles, etc.

Tema aparte es la apuesta —arriesgada, creo yo— de poner el lenguaje inclusivo para ciertos personajes. Habrá a quien le parezca un gran acierto la actualización del registro de esta saga en ese sentido. A mí, personalmente, que peleen contra une empuse no binaria me saca muchísimo de la lectura.

Igual es que me hago mayor ya, pero todo eso no había importado en las sagas anteriores. Aunque los protagonistas eran adolescentes y actuaban como tales, y eran blancos, afroamericanos, asiáticos, latinos, indios, heterosexuales, homosexuales, bisexuales o solteros por elección, la trama central era de aventuras y mitología. Esta era juvenil romántica. Ni siquiera parecía escrita por Rick Riordan. No sé si es cosa de la traducción —que no descarto, porque con la del propio título le quita el sentido— o del autor que co-escribe esta obra con él, Mark Oshiro. El caso es que es diferente y, para mi gusto, peor.

Ficha técnica