La Centauromaquia
Se antojaba un día feliz en Tesalia. Pues en dicha fecha Pirítoo, rey de los lápitas, iba a casarse con la hermosa Hipodamía, hija del rey de Argos. La boda real merecía un banquete a la altura de las circunstancias, y a él fueron invitados todos los habitantes de la región. Incluidos, cómo no, los centauros –pues eran parientes del novio–.
Pero estas agrestes criaturas no estaban habituadas al vino, que además bebieron sin mezclar. Y al emborracharse dejaron salir sus más bajos instintos, raptando tanto a la novia como al resto de mujeres presentes en el banquete. Los lápitas, así como el resto de invitados, se levantaron rápidamente de sus asientos y se encararon con los centauros. Empezaron a volar las copas y los platos, después las sillas y las mesas… y, por último, las lanzas.
Los centauros contraatacaron a coces, pero no tardaron mucho en arrancar también los árboles cercanos y usarlos como proyectiles. Muchas fueron las víctimas de los centauros, pues su naturaleza salvaje les convertía en fieros guerreros. Por suerte, entre los invitados humanos se encontraba Teseo, gran amigo de Pirítoo. Ambos héroes consiguieron equilibrar la balanza matando a muchos de los bravos centauros.
El frenesí de violencia parecía interminable, y la sangre de unos y otros empezó a correr como ríos que desembocan en un mar de cadáveres. Finalmente, a pesar de la gran cantidad de bajas de ambos bandos, la batalla se inclinó ligeramente hacia los lápitas.
Como resultado de la victoria de los humanos, los centauros fueron expulsados de Tesalia, viéndose desde entonces obligados a permanecer en la lejana región de Arcadia. Por su parte Teseo y Pirítoo vivirían nuevas aventuras en el futuro, entre ellas viajar al inframundo. Pero esa es otra historia…