Áyax el Menor
Áyax Oileo, llamado el Menor para distinguirlo de Áyax el Grande, era hijo de Oileo, rey de Lócride.
Combatió en la guerra de Troya al mando de las cuarenta naves del contingente locrio. Se lo describía de pequeño tamaño, veloz y armado con una coraza de lino y un arco. También se le atribuía muy mal carácter y baja moral. Era cruel, arrogante e impío.
En el transcurso de la guerra participó en actos como el sorteo para el combate contra Héctor, la lucha alrededor del cuerpo de Patroclo y en los juegos fúnebres posteriores.
Tras la toma de la ciudad, durante el saqueo, cometió el acto por el que sería recordado: la violación de Casandra. Esta se había aferrado a una imagen de Atenea y Áyax las arrastró a ambas hasta el interior del templo, donde la ultrajó. El adivino Calcante advirtió a los aqueos de que Atenea no les favorecería si no lo mataban por semejante impiedad y estos quisieron lapidarlo, pero Áyax buscó protección en el altar de la propia diosa y sus compañeros no se atrevieron a cometer un delito de impiedad ellos también. De esta forma evitó el castigo.
Efectivamente, Atenea estaba enfurecida y pidió ayuda a Poseidón para que tuviera un viaje de regreso difícil y con mala mar. En un momento del trayecto, cerca de Mikonos, la diosa lanzó un rayo a la nave y la hizo naufragar. Sin embargo, Áyax consiguió agarrarse a un peñón y se jactó de haber sobrevivido al castigo de los dioses. Poseidón partió el peñasco y Áyax cayó al mar, donde se ahogó.
Sus actos tuvieron consecuencias para sus compatriotas locrios, que vieron su tierra sacudida por epidemias y malas cosechas a causa de la ira de Atenea. Por mandato del oráculo de Delfos, los habitantes de Lócride debían enviar a Troya a dos muchachas jóvenes al año durante mil años. Las doncellas eran apaleadas hasta la muerte nada más llegar, por lo que debían intentar alcanzar el templo de Atenea antes de que los ciudadanos acabaran con ellas. Si lo conseguían, vivían el resto de su vida como sacerdotisas. Esta situación se mantuvo, según Apolodoro, hasta el 364 a. C., con el fin de la guerra focidia.