Belerofonte era hijo del dios Poseidón y de Eurímede, la esposa del rey Glauco. Éste le crió como suyo, aunque por aquel entonces nuestro joven héroe respondía al nombre de Hipónoo o, quizás, Leofonte. Cuando mató accidentalmente a Belero, tirano de Corinto, fue entonces cuando se le comenzó a conocer como Belerofonte, que significa «asesino de Belero».
Por este asesinato debió de exiliarse a Tirinto, donde lo acogió el rey Preto. Pero la mujer de éste, Estenebea, quedó prendada del joven e intentó, sin éxito, seducirle. Más el desengaño se le hizo insoportable, así que en venganza acudió a su esposo haciéndole creer que Belerofonte había intentado seducirla a ella, incluso acusándole falsamente de un intento de violación.
Como las sagradas leyes de hospitalidad le impedían tomar represalias contra Belerofonte, Preto decidió mandarle a la corte de su suegro, el rey Ióbates de Licia, con una carta. Al ser enviado por su yerno, Ióbates le ofreció un caluroso recibimiento y le trató como invitado de lujo. Pero cuando por fin abrió la carta enviada por su yerno, Ióbates descubrió con asombro el verdadero motivo de la llegada de Belerofonte: Preto le pedía que diese muerte, sin piedad, al portador de la carta.
Lógicamente tampoco Ióbates podía matar a Belerofonte mientras este era huésped en su palacio, así que tramó un plan que acabaría con la vida del joven sin tener que mancharse las manos. En la zona de Pátara había una terrible criatura llamada Quimera. Era un híbrido de león, cabra y serpiente y tenía atemorizados a todos los habitantes de la región. Así que Ióbates pidió al joven héroe que matase al monstruo, en lo que parecía una misión suicida. Pero la diosa Atenea se le apareció a Belerofonte y le regaló unas bridas de oro con las que sería capaz de domar a Pegaso. Montado sobre el alado corcel, y ayudado por su ingenio, Belerofonte se las apañó para acabar con la Quimera.
Entonces Ióbates le siguió buscando misiones en las que pudiera perder la vida (enfrentarse a los sólimos, a las amazonas…), pero todas fracasaron. Al final hubo de reconocer la heroicidad de Belerofonte e incluso llegó a ofrecerle la mano de su hija menor, la princesa Filónoe. Estenebea, al enterarse de que Belerofonte iba a casarse con su hermana pequeña, se quitó la vida.
Sin embargo el final de Belerofonte no sería uno feliz, pues envalentonado por sus victorias, y siendo ya heredero del reino de Licia, quiso ascender al Olimpo por sí mismo a lomos de Pegaso. Pero cuando estaba cerca de alcanzar su destino, un rayo lanzado por Zeus le impactó, produciendo su caída… y la muerte. No se puede permitir que un mortal pretenda equipararse a los dioses.
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