Olímpicos

Zeus

Zeus era el gran patriarca del Olimpo, y no solo por ser realmente el padre de medio panteón debido a sus múltiples aventuras amorosas. Era el rey de los dioses y dios del cielo y el trueno, papel que le había tocado en el reparto del mundo al sortearlo con sus hermanos Hades (a quién le tocó el inframundo) y Poseidón (los mares).

La estatua de Zeus en Olimpia. Grabado de Sidney Barclay, 1880.

Era hijo de los titanes Crono y Rea. Crono había sido el gobernante anterior tras derrocar a su padre, Urano (el cielo), con la ayuda de su madre, Gaia (la tierra). Pero éstos le pronosticaron que su destino sería el mismo: ser destronado por su propio hijo. Para evitarlo, Crono se tragaba a su prole nada más nacer. Había hecho esto con sus hijos anteriores Hades, Poseidón, Hera, Deméter y Hestia. Sin embargo, cuando Zeus iba a nacer, su esposa Rea urdió un plan con la ayuda de Gaia para salvar al bebé. Dio a luz en Creta y lo escondió en una cueva en el monte Ida, donde fue criado por la cabra Amaltea. A Crono le dio una piedra envuelta en pañales que se tragó sin darse cuenta del engaño.

Cuando Zeus creció se enfrentó a su padre y le obligó a vomitar a sus hermanos. Lo primero en salir fue la piedra, llamada «ónfalo». Liberó también a sus tíos, los Hecatónquiros y los Cíclopes, que les forjaron las armas que les ayudarían en la batalla: el rayo para él, el casco para Hades y el tridente para Poseidón. Juntos lucharon contra Crono y sus hermanos titanes en la guerra denominada «Titanomaquia».

El resultado fue la victoria de Zeus, que encerró a los titanes en el Tártaro.

Pero a raíz de esto se produjo la siguiente de las grandes batallas libradas por los olímpicos: la «Gigantomaquia». Gaia, enfadada por que los dioses habían encerrado a sus hijos, los titanes, en el Tártaro, engendró a los gigantes para luchar contra ellos. Una vez más, ganaron los dioses, pero necesitaron ayuda de héroes mortales como Heracles.

Como rey de los dioses se casó con su hermana Hera, y aunque su descendencia legítima es reducida, la extramatrimonial es abrumadora. Tanto sus peripecias concibiendo (o intentándolo) a tan vasta prole, como las de los celos y de su mujer por ellas, ocupan numerosos episodios de la mitología griega.

Es padre de Ares, Hefesto, Hebe, Enio e Ilitia con su mujer Hera, pero también de los olímpicos Atenea, Dioniso, Apolo, Ártemis y Hermes con otras ninfas o mortales, además de otros dioses menores como Perséfone y héroes. El más famoso de éstos fue Heracles, pero no el único. También los gemelos Cástor y Pólux, el rey Minos o Helena de Troya son hijos suyos.

En algunos episodios también participa poniendo fin a disputas entre dioses dictando una sentencia. Es el caso del rapto de Perséfone por parte de Hades, en el que terminó decretando que la diosa pasase seis meses con su esposo en el Inframundo y otros seis con su madre Deméter; O la discusión entre Afrodita y Perséfone por quedarse con Adonis.

 

Episodios en los que interviene:

Ío, la amante de Zeus convertida en ternera
El rapto de Europa
Las ofensas de Tántalo
El castigo de Sísifo
Deucalión y Pirra: una nueva humanidad
Eos y Titono: el precio de la inmortalidad
Filemón y Baucis
Zeus y Dánae, el nacimiento de Perseo
Leda y el cisne
La corte de Licaón
Zeus y Sémele: el nacimiento de Dioniso
Zeus y Alcmena: el nacimiento de Heracles
El nacimiento de Atenea
Zeus y Calisto
El nacimiento de Ártemis y Apolo
La transformación de Tiresias

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