Descendientes de Néfele e Ixión, los centauros eran unas criaturas híbridas, de cabeza y torso humanos pero cuya mitad inferior se asemejaba a la del caballo. Poseían una naturaleza salvaje, pues vivían en las montañas de Tesalia y no conocían la civilización ni poseían los refinados gustos humanos. Comían la carne cruda y gustaban de beber el vino sin mezclar. Además eran terriblemente lascivos.
Cuando fueron invitados a la boda de su primo Pirítoo, rey de los lápitas, los centauros se emborracharon e intentaron raptar a todas las mujeres del banquete nupcial, lo que desencadenó en la terrible batalla que conocemos como la centauromaquia. Tras ser finalmente vencidos, se decretó su expulsión de Tesalia, y viven desde entonces en el Peloponeso, en concreto en la región de Arcadia.
Sin embargo también existieron centauros amigables y de buenas maneras, como por ejemplo Quirón, quien fuese tutor de grandes héroes como Aquiles o Jasón, o el sabio Folo, buen amigo de Heracles. Pero aquello no evitó que el fornido héroe tuviera que enfrentarse en varias ocasiones a los centauros. También Atalanta o Peleo hubieron de huir de estas criaturas en alguna ocasión.
Las hembras de la especie se denominan centáurides, y se les atribuye gran belleza. Pero la más bella de todas fue sin duda Hilonome, de quien se dice que se suicidó cuando su marido Cilaro fue muerto en la batalla contra los lápitas.
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