Anfitrión pretendía a Alcmena, pero para que ésta aceptase prometerse con él puso como condición que su futuro esposo vengase la muerte de sus hermanos[i]. Aunque para ello Anfitrión necesitaría el apoyo de Creonte, quien a su vez le pidió que le ayudase a él a librarse de una feroz zorra que asolaba Cadmea.
La zorra teumesia había sido enviada por los dioses a la región de Tebas para aterrorizar a sus habitantes, quienes cada mes le ofrecían en sacrificio a uno de sus hijos para así evitar que diese muerte a más de ellos. La particularidad de esta zorra es que no podía ser cazada de ninguna manera, pues tal era su destino.
Tras intentar darle caza, sin éxito, a Anfitrión no se le ocurrió mejor solución que acudir a Atenas y pedirle ayuda —a cambio de parte del botín— a Céfalo, quien poseía un perro llamado Lélape que siempre alcanzaba a su presa. Lélape, así como una lanza que nunca erraba el tiro, habían sido un regalo de su difunta esposa Procris, quien a su vez los había recibido de la diosa Ártemis[ii].
Aceptados los términos del acuerdo, la cacería se puso en marcha; dándose la paradoja de que un perro que no dejaba escapar a sus presas perseguía a una zorra que no podía ser atrapada. Viendo que la cacería jamás tendría fin, el mismísimo Zeus transformó a ambos animales en piedra para que sus destinos no fuesen incumplidos.
[i] Habían muerto combatiendo a Pterelao, sobrino del rey Electrión, quien ambicionaba el trono de Micenas.
[ii] Según nos cuentan Higino y Ovidio. Sin embargo en las versiones tanto de Apolodoro como de Antonino Liberal es el rey Minos quien le regala el perro y la jabalina a Procris.
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