Episodios

Perseo y Medusa

Dánae y Perseo habían sido recogidos y criados por Dictis al llegar a la isla de Sérifos. Pero éste tenía un hermano, Polidectes, que además era el rey de la isla. Con el tiempo se enamoró de Dánae, pero para entonces Perseo era ya un hombre y podía interponerse.

Se le ocurrió entonces convocar a sus amigos con la excusa de reunir regalos para la boda de Hipodamía[1]. Perseo dijo que no podría reparos ni aunque le pidieran la cabeza de la Gorgona. Polidectes tuvo ahí su oportunidad, y mientras a los demás les pidió caballos, a Perseo no se los aceptó. Por lo tanto, el héroe tuvo que cumplir esa bravuconería, pensando el rey que así se desharía de él.

Pero no estuvo solo en esa empresa. Tanto Hermes como Atenea se mostraron dispuestos a ayudarle y le guiaron hasta las Grayas: Enio, Pefredo y Dino. Eran hijas de Forcis y Ceto y hermanas de las Gorgonas. Nacieron ya viejas y tenían un solo ojo y un solo diente para compartir entre todas.

Perseo le quitó ambos y les dijo que solo se los devolvería a cambio de que le indicaran el camino hacia las ninfas. Necesitaba tres cosas de ellas: unas sandalias aladas, el casco de Hades —que hacía invisible a su portador— y la kíbisis, una especie de zurrón donde guardaría la poderosa cabeza.

Las Grayas cedieron y, tras devolverles el ojo y el diente, Perseo partió hacia las ninfas y obtuvo de ellas lo que pretendía. Además, Hermes le proporcionó también una hoz de acero. Con todo esto, Perseo cruzó volando el océano gracias a las sandalias y llegó a donde vivían las Gorgonas, Esteno, Euríale y Medusa.

Cuando llegó, las hermanas se encontraban durmiendo. Medusa era la única de ellas que era mortal y, por tanto, el objetivo de Perseo. Para evitar su mirada, que convertía en piedra, utilizó su escudo para verla en el reflejo y pudo decapitarla con Atenea guiando su mano.

De su cabeza nació Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, un guerrero con una espada de oro. Ambos eran hijos de Poseidón, fruto de la violación que originó la maldición de Medusa.

Pero el peligro no había pasado aun, ya que las otras dos Gorgonas se despertaron y persiguieron al héroe. Pero para eso había conseguido antes el casco de Hades. Gracias a él, las hermanas no podían verlo y Perseo pudo escapar con éxito.

El héroe utilizaría el poder de la cabeza de Medusa en sus siguientes peripecias: petrificó a Fineo, el tío —y prometido original— de su enamorada Andrómeda cuando éste quiso impedir su boda, y también a Polidectes y a sus seguidores al llegar a Sérifos y descubrir que había tratado de forzar a su madre. Se dice que incluso convirtió en piedra al titán Atlas por el camino al negarle éste el hospedaje en sus tierras.

Tras terminar con todas estas aventuras, Perseo devolvió los instrumentos que había utilizado a Hermes, y éste a las ninfas de nuevo. En cambio, la cabeza de la Gorgona se la ofreció a Atenea, que la colocó en la parte central de su escudo.

 

Notas

[1] No es la misma Hipodamía de la Centauromaquia, que sería posterior, sino la hija de Enómao que se casó con Pélope.

Marta Elías

Barcelonesa de nacimiento y corazón y viguesa de adopción. Estudio el grado de Historia por la UNED, con especial hincapié en la Historia Antigua. Escribo libros de aventuras en mis pocos ratos libres.

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