Dánae era hija de Acrisio, rey de Argos, y de Aganipe o Eurídice. La joven recibió la profecía de que el hijo que tuviera mataría a Acrisio, por lo que éste la encerró en una cámara subterránea de bronce. Pero no hay nada que detenga a Zeus, que se filtró desde el techo entre las juntas en forma de lluvia de oro y poseyó de esta manera a Dánae. Así engendraron a Perseo.
Acrisio no entendía cómo había sucedido, pero no creía que hubiera sido cosa de Zeus y no pensaba correr riesgos. Encerró a Dánae y al bebé en un arca y los lanzó al mar. Zeus se encargó de que las corrientes arrastraran el arca hasta la isla de Sérifos, donde el pescador Dictis la encontró.
La abrió por la fuerza y encontró dentro vivos a la mujer y al niño, al que crio como suyo. Pero no todo podía ser tan fácil. Polidectes, hermano de Dictis y rey de la isla, se enamoró de Dánae y quería poseerla, pero Perseo, ya adulto, era un impedimento. Para deshacerse de él urdió una treta que colocaría al joven en una situación potencialmente mortal: ir a buscar la cabeza de Medusa.
Acrisio, por su parte, pudo vivir años tranquilo. Aunque, si el destino ha dispuesto algo, se cumplirá por más que los mortales se esfuercen en evitarlo. Esta no sería la excepción, aunque Perseo vivió otras importantes aventuras antes del temido encuentro con su abuelo.
Pero eso es otra historia…
Tras el secuestro de Perséfone, Deméter descuidó sus obligaciones y recorrió la tierra buscando a…
David Rubín, afamado ilustrador orensano, es ya un personaje bastante conocido de la escena comiquera…
En un tiempo en que la tierra de Calidón dio a su pueblo alimento en…
Sinopsis Desde el paso del mito al logos hasta la muerte de Alejandro Magno, Rumbo…