Los Hecatónquiros eran 3 gigantes de 50 cabezas y 100 brazos cada uno, hijos de Gaia y Urano. Respondían a los nombres de Briareo, Giges y Coto.
Como al resto de sus hijos (incluyendo a los Cíclopes y a los Titanes), Urano encerró a los Hecatónquiros en el Tártaro (considerado el seno de Gaia) y allí estuvieron encerrados hasta que Crono castró a su padre. Pese a que los Hecatónquiros habían ayudado a Crono a derrocar a Urano, aquel volvió a encerrarlos en el Tártaro, donde permanecerían hasta ser liberados por Zeus durante la Titanomaquia. Tras participar (y vencer) en la guerra las tornas se cambiaron, y los 3 Hecatónquiros pasarían de ser prisioneros a guardianes del Tártaro, custodiando las puertas para evitar que los Titanes pudiesen escapar.
Según nos cuenta Aquiles (en boca de Homero), Briareo apareció de nuevo en escena cuando Zeus fue encadenado por Hera, Poseidón y Atenea, quienes trataban de derrocarlo. Tras el aviso por parte de Tetis, Briareo acudió en auxilio de Zeus y consiguió salvarle. Como recompensa se le concedió la mano de Cimopoleia, hija de Poseidón y Anfitrite, con quien tuvo a las ninfas Eólice (también llamada Oiolica) y Etna (de quien recibe el nombre el famoso volcán siciliano).
Briareo tuvo además el honor de dar nombre a las columnas del fin del mundo, conocidas entonces como las «columnas de Briareo», que tras las hazañas del semidios Heracles acabarían siendo renombradas con el conocido nombre actual de «columnas de Hércules/Heracles».
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