Episodios

Heracles y Ónfale

Tras asesinar a Ífito, Heracles cayó enfermo y pidió al oráculo una solución. Si bien en un principio la pitia se negó a responder, e incluso tuvo que intervenir el propio Zeus, finalmente averiguó que debía ser vendido como esclavo durante tres años para expiar su crimen.

Hermes lo puso a la venta por tres talentos, que pagó luego a la familia del difunto Ífito. La compradora fue Ónfale, la viuda del rey Tmolo de los lidios, que al morir le había dejado a ella el gobierno.

Así, Heracles pudo recuperar la salud y sirvió durante ese tiempo a su señora ayudándola con los problemas de su reino:

Los Cercopes

Los Cercopes eran dos hermanos, hijos de la oceánide Tía, que robaban y asesinaban en las tierras de Ónfale. Su madre les advirtió que tuvieran cuidado con “Melampigo”, que significa “trasero negro”. Un día encontraron a Heracles durmiendo junto al camino e intentaron robarle, pero se despertó y pudo derrotarlos fácilmente. Los colgó por los pies, cada uno en un extremo de un palo que se echó a los hombros, y echó a andar con ellos. Así, colgados viendo la parte de detrás de Heracles, se dieron cuenta de que tenía tanto pelo en el trasero que parecía que lo tuviera negro. Comprendiendo la profecía de Tía, empezaron a hacer bromas al respecto y Heracles se rio tanto que los liberó.[1]

En otras versiones, los Cércopes eran muchos y no se menciona que fueran hermanos. Heracles mató a algunos y a otros los hizo prisioneros y se los entregó a Ónfale.

Sileo

Sileo era un viñador de Áulide que obligaba a los viajeros a trabajar en sus viñas de forma forzosa y después los mataba. Heracles quemó sus vides y lo mató de un golpe de azada. Y a su hija también.

Según otra versión, la hija estaba en casa de su tío, Diceo, ya que éste la estaba educando. Diceo alojó a Heracles después de que matara a Sileo, se enamoró de la joven y se casó con ella. Pero se marchó durante un tiempo y la chica murió de tristeza al no poder soportar el estar sin él. Cuando el héroe volvió, quiso arrojarse a la pira con ella, pero se lo impidieron.

Litierses

Su historia es muy similar a la de Sileo. Era un hijo del rey Midas que también obligaba a los forasteros a trabajar en sus tierras y los mataba si no lo hacían. Si obedecían, al final también los asesinaba. O bien les cortaba directamente la cabeza o los retaba a una siega rápida contra él. Sin embargo, siempre ganaba. Al terminar decapitaba al perdedor. Heracles aceptó el reto de la siega, pero no llegó a ejecutarlo. Adormeció antes a Litierses con un canto y aprovechó para cortarle la cabeza.

Se dice que fue en esta época cuando se produjo la expedición de los Argonautas, que abandonó, y la cacería del jabalí de Calidón, en la que no participó.

Suele asociarse a Ónfale con el tema de la inversión de roles, con Heracles con su ropa hilando y a la reina con la maza del héroe y la capa del León de Nemea. Sin embargo, esto no aparece en las fuentes clásicas. Las primeras fuentes que hablan de ello son ya tardías y proceden de escritores latinos. Propercio menciona que estaba tan enamorado de ella que había llegado a hacer trabajos como hilar.

Ovidio es quien más se explaya con una aventura en la que cuenta que el dios Pan se encaprichó de Ónfale cuando la vio caminando junto a Heracles. Ambos entraron en una cueva para hacer un ritual a Dioniso. Para ello se intercambiaron las ropas y se fueron a dormir en camas separadas. Pan entró a hurtadillas y se dirigió a la figura con ropas femeninas. Le tocó la pierna y la notó con gruesos pelos, pero aun así subió a la cama y se tumbó, ya con el miembro erecto, y le levantó la túnica. Al sentirlo, Heracles se despertó y lanzó a Pan de un manotazo al suelo. Mientras el dios intentaba ponerse en pie, todos los presentes vieron lo que había pasado y se echaron a reír, por lo que Pan huyó avergonzado.

Tras cumplir su periodo como esclavo, Ónfale lo liberó y se unió a él, dando a luz a un hijo llamado Agelao o Lamo.

 

Notas

[1] Pero los Cércopes no escarmentaron y siguieron robando. Al final, Zeus se enfadó y los convirtió en monos, llevándolos a dos islas llamadas Pitecusas en la bahía de Nápoles.

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