Casandra
Casandra era hija del rey Príamo de Troya y su esposa Hécuba, y hermana gemela de Héleno. Sus padres dieron una fiesta en el templo de Apolo para celebrar su nacimiento, pero se los olvidaron allí y no los encontraron hasta la mañana siguiente. Estaban dormidos y dos serpientes les lamían los órganos de los sentidos. Los animales se asustaron con los gritos de los padres. Más tarde descubrirían que les habían transmitido el poder de la adivinación.
Otra versión más popular dice que Casandra lo obtuvo directamente de Apolo. El dios se enamoró de ella y le ofreció el poder de la adivinación a cambio de tener relaciones con él. Ella aceptó, pero, una vez consiguió el don, rechazó a Apolo. Este le escupió en la boca y con ello hizo que nadie creyese lo que Casandra dijera.
Profetizó los grandes acontecimientos que marcaron la Guerra de Troya. Con la llegada de Paris, antes de saber que realmente era su hermano Alejandro, dijo que traería la ruina a la ciudad. Después, cuando éste volvió con Helena también aseguró que la ciudad caería por ello. La más célebre es la advertencia de que el caballo que los aqueos dejaron como ofrenda servía para introducirlos en la ciudad. En este caso no fue la única, también el sacerdote Laocoonte. Pero Poseidón mandó a dos enormes serpientes que lo devoraron junto a sus hijos. A ella, nadie la creyó. También profetizó los destinos de las mujeres troyanas.
Durante el saqueo de la ciudad se refugió en el templo de Atenea. Allí la atrapó Áyax Oileo y la arrastró, llevando consigo la imagen de la diosa a la que se había agarrado, para violarla. Esto enfureció a la diosa, que acabó con la vida de Áyax durante la travesía de regreso.
Casandra fue entregada a Agamenón como botín de guerra y tuvo de él dos hijos gemelos, Teledamo y Pélope. Ella sabía que su destino sería morir a manos de Clitemnestra, la mujer de Agamenón, junto a sus hijos al llegar a Micenas, y así fue.