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Cadmo y la fundación de Tebas

Agénor, rey de Tiro, se casó con Telefasa y tuvo cuatro hijos: Fénix, Cílix, Cadmo y Europa. Después de que Zeus se enamorara de Europa y la raptara, llevándosela a Creta, Agénor mandó a sus tres hijos y a su mujer en su busca con la orden de no volver hasta que la hubieran encontrado. Esto, que puede parecer un incentivo para que se esmeraran buscando a su hermana, acabó resultando la separación definitiva de la familia.

Fénix fue el primero en darse por vencido. Al no poder volver a casa fundó Fenicia, justo al lado del reino de su padre.

Cílix pidió a su madre que abandonaran la búsqueda de Europa por el camino, pero Telefasa quiso continuar. Estaba embarazada cuando partieron y murió al dar a luz a otro hijo llamado Fineo. Entonces Cílix dejó la misión y se instaló en la región cercana a su hermano Fénix, a la que llamó Cilicia, en Anatolia.

Sin embargo, Cadmo fue más persistente. Llegó hasta Delfos para consultar al oráculo de Apolo acerca de cómo encontrar a su hermana, pero éste le dijo que no lo haría. Por el contrario, debía seguir a una vaca —para más señas, con una mancha en forma de luna llena a cada lado— hasta donde cayera agotada y fundar allí una ciudad.

Cadmo encontró a la mentada vaca entre los rebaños de Pelagonte, rey de Fócida, e hizo lo que el oráculo le había dicho. El animal caminó y caminó atravesando Beocia hasta que por fin se dejó caer en el lugar destinado a ser una de las mayores ciudades de la antigüedad. Pero antes, Cadmo quería sacrificar a la vaca en honor a Atenea, y para los preparativos envió a sus hombres a por agua a una fuente propiedad de Ares. Ésta estaba custodiada por un dragón, que algunos aseguraban que era el propio hijo del dios. Los hombres no reaccionaron a tiempo, o directamente se quedaron paralizados de miedo. Entre mordiscos, fuerza bruta y veneno, la criatura acabó con casi todos ellos.

«Cadmo y Minerva», Peter Paul Rubens, 1636-1638, Museo del Prado. Muestra el pasaje en que Atenea le aconseja que plante los dientes del dragón.

A Cadmo le extrañó que tardaran tanto, así que fue a ver lo que había pasado y se encontró con la estampa del dragón entre cadáveres mutilados. Juró que los vengaría y le lanzó una enorme piedra al dragón que, claro está, se quedó como si nada. La jabalina fue más efectiva y consiguió clavársela hasta las entrañas, pero la herida no fue mortal y enfadó aun más al dragón, que lo atacó sin parar. Esquivando los envites, finalmente consiguió clavarle una lanza en el cuello y ensartar a la criatura contra una encina que se dobló con el peso. Entonces se apareció Atenea, su protectora y le aconsejó que sembrara los dientes del dragón, puesto que serían la semilla de su futuro pueblo. De ellos brotaron al momento hombres armados.

Cadmo se asustó y les lanzó piedras, y los recién nacidos guerreros, creyendo que se las tiraba alguno de sus compañeros, entraron en una lucha feroz unos contra otros hasta que solo quedaron cinco: Equión, Udeo, Hiperénor, Peloro y Ctonio. Fueron los llamados espartos, que significa «sembrados», y ayudaron a Cadmo a construir su ciudad. Equión incluso se casó con una de sus hijas. Pero el haber matado al dragón y propiciado que los espartos se mataran entre ellos tenía un precio: Cadmo tuvo que servir a Ares durante un año.

Tras este tiempo, ya con su deuda saldada, Atenea por fin le concedió a Cadmo su ciudad, llamada Cadmea, que sería conocida más adelante como Tebas. Pero la región no estaba vacía; vivían en ella los ectenas, que según Pausanias fueron los habitantes más antiguos de la zona, los hiantos y los aones. Cadmo se enfrentó a ellos y algunos huyeron, pero otros suplicaron para poder quedarse y se mezclaron con las gentes del nuevo rey.

Además, Zeus le dio la mano de Harmonía, hija de Afrodita y Ares. A la boda, celebrada ya en Cadmea, Cadmo le regaló a su esposa un collar hecho por Hefesto, que una vez dejó de pertenecer a Harmonía tuvo su propia historia como objeto de mala suerte.

 

Mapa de la ruta seguida por Cadmo. Hecho por Marta Elías para Por la Grecia de Zeus.
Marta Elías

Barcelonesa de nacimiento y corazón y viguesa de adopción. Estudio el grado de Historia por la UNED, con especial hincapié en la Historia Antigua. Escribo libros de aventuras en mis pocos ratos libres.

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  • Hola, os sigo desde el primer día, me encanta todo lo que publicaís, soy "forofa " de Grecia y de la mitología.

    Seguid así, Muchas gracias.Ya soy una incondicional.

    • ¡Muchísimas gracias a ti! Encantados de que te guste nuestro contenido :)

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Marta Elías

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