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Heracles en Tebas: el origen de los doce trabajos

Volviendo de una de sus hazañas, Heracles se vio en medio de una disputa entre dos reyes: Creonte de Tebas y Ergino de Orcómeno.

En realidad, el conflicto se remontaba a sus padres. Durante una celebración en honor a Poseidón en la ciudad de Oncesto, Perieres, auriga del rey Meneceo de Tebas, lanzó una piedra a Clímeno de Orcómeno, con tan mala suerte que la herida fue mortal. Pero el rey tuvo tiempo de expresar su última voluntad a su hijo Ergino: que se vengara de los tebanos en su nombre.

La venganza de Ergino fue terrible y murieron muchos tebanos por su causa hasta que, finalmente, se impuso un tributo a la ciudad a cambio del fin de las hostilidades. Tebas enviaría anualmente cien vacas durante veinte años a Orcómeno.

Ya llevaban tiempo así cuando Heracles se topó con los heraldos que iban a Tebas a reclamarlo. El héroe les cortó la nariz, las orejas y las manos, las ató con una cuerda y les echó al cuello este improvisado y grotesco collar con la orden de llevárselo como tributo a su rey.

Encolerizado, Ergino marchó con sus tropas sobre Tebas, pero Heracles se puso al frente de la defensa de la ciudad y consiguió matar al rey de Orcómeno y poner en fuga a los minias, sus habitantes.

Durante la lucha murió Anfitrión, el padre adoptivo de Heracles. Pero tanto él como su hermano mellizo Ificles recibieron como premio a una de las hijas de Creonte. En su caso fue Megara, su primera esposa, con la que tuvo tres hijos.

Sin embargo, su matrimonio no tuvo un final feliz. En un ataque de locura inducido por Hera —que llevaba atormentándolo desde su mismo nacimiento como venganza por la infidelidad de Zeus—, Heracles mató a Megara y echó al fuego a sus propios hijos y a dos de los de Ificles.

A causa de esta atrocidad se condenó a sí mismo al exilio y acudió al oráculo de Delfos para averiguar cómo podía expiar su culpa. Fue entonces cuando recibió por primera vez el nombre de Heracles —«gloria a Hera»—, pues hasta ese momento se había llamado Alcides.

La penitencia era dirigirse a Tirinto y ponerse allí al servicio de su rey, Euristeo. Él le encomendaría diez trabajos que debería cumplir, aunque, como veremos más adelante, acabarían siendo doce.

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