Tras el asesinato de Agamenón a manos de Clitemnestra y Egisto, Electra llevó a su hermano Orestes a la Fócide, a la corte del rey Estrofio, para protegerlo. Allí creció bajo su tutela, pero cuando alcanzó la edad viril, viajó a Delfos para consultar si debía vengar la muerte de su padre.
El oráculo fue favorable y partió de incógnito a Micenas en compañía de Pílades, el hijo de Estrofio, con el que se había criado como si fueran hermanos.
Egisto había ordenado al pueblo que lo matara, así que se hizo pasar por un viajero eolio y le dijo a su madre que Orestes había muerto. Poco después apareció Pílades con una urna que aseguraba que contenía los huesos del joven. Contento por las noticias de la desaparición del único que podría haberle disputado el trono, Egisto acogió a ambos como huéspedes.
En cuanto se presentó la ocasión, durante la noche, Orestes y Pílades mataron a Egisto y a Clitemnestra. Tindáreo, el padre de ésta, lo acusó del asesinato. Sin embargo, los micénicos permitieron huir a los dos jóvenes. No así las Erinias, que atormentaron a Orestes y le hicieron enloquecer como castigo por el matricidio.
Por este crimen también se vio obligado a comparecer en el Areópago de Atenas. La votación para declararlo culpable o inocente quedó en empate y fue absuelto. Pero, pese a no haber sido condenado por las leyes humanas, la tortura de las Erinias continuó.
Orestes volvió a dirigirse al oráculo para preguntar cómo podía librarse de semejante mal. La respuesta de Apolo lo condujo a la Táuride, lugar conocido por matar a los extranjeros y lanzarlos a un fuego sagrado que se eleva directamente desde el Hades. Su misión allí era recuperar una estatua de Ártemis de su templo y traerla de vuelta a Atenas[1].
Pílades y él marcharon allí y se ocultaron en una cueva, pero pronto fueron descubiertos por unos pastores y apresados. Los llevaron ante el rey de los tauros, Toante. Éste, según sus costumbres, ordenó atarlos y llevarlos ante la sacerdotisa del templo de Ártemis para inmolarlos. Para su sorpresa, la sacerdotisa resultó ser Ifigenia, la hermana mayor de Orestes. Cuando su padre la había intentado sacrificar antes de partir hacia Troya, Ártemis se había apiadado de ella y la había llevado a la Táuride.
Al preguntarles quiénes eran y por qué habían venido, sus respuestas hicieron que lo reconociera como su hermano. Ifigenia mandó alejarse a sus sirvientes y ella misma extrajo la estatua de la diosa. El rey Toante acudió para pedir explicaciones e Ifigenia mintió diciendo que ese par de criminales había contaminado la imagen de Ártemis y que había que llevarla al mar para purificarla. Le pidió también que ordenara a sus súbditos que no salieran de la ciudad durante el proceso. Toante la creyó e hizo lo que le pedía, y en cuanto Orestes, Ifigenia y Pílades tuvieron con el camino libre, subieron a una nave con la estatua y partieron hacia la isla de Esminte junto a Crises, un sacerdote de Apolo.
Este Crises era el padre de Criseida, una joven a la que Aquiles había secuestrado y dado en matrimonio a Agamenón. Éste se había negado a devolverla, por lo que Apolo mandó una plaga a su campamento. Cuando finalmente la devolvió a su padre para acabar con la epidemia, estaba embarazada. Años después, con la llegada de Ifigenia y Orestes, Crises por fin reveló la verdad a su nieto —también llamado Crises, pero este era «el Joven»—: que era hijo de Agamenón y esos dos forasteros eran sus hermanos.
Así que Crisis el Joven volvió con Orestes a la Táuride para ayudarlo a matar al rey Toante y, por fin, ser libres para regresar a Micenas sin que nadie les persiguiera.
Mientras tanto, en Micenas, un falso mensajero había informado a Electra —la otra hermana de Orestes e Ifigenia— de que su hermano y Pílades habían sido sacrificados en el templo de Ártemis de la Táuride. Aletes, un hijo de Egisto, vio su oportunidad con la presunta extinción del linaje de los átridas y reclamó el trono para sí.
Pero Electra quiso viajar a Delfos para averiguar si esa información era cierta. Llegó al oráculo el mismo día que Orestes e Ifigenia, y que el falso mensajero. Éste le dijo a Electra que Ifigenia era la asesina de su hermano. Sin reconocerla, Electra cogió un tronco ardiendo e intentó atacar a su hermana, pero Orestes intervino y la detuvo.
Una vez aclarada la situación, y tras el reencuentro por fin de todos los hermanos, Electra les contó la situación en su ciudad natal y Orestes se dirigió hacia allí, donde asesinó a Aletes y recuperó, años después, el trono de su padre.
A punto estuvo de matar en ese proceso a Erígone, su medio hermana, fruto de la relación de Clitemnestra con Egisto. Sin embargo, Ártemis hizo con ella lo mismo que con Ifigenia. Se apiadó y la llevó como su sacerdotisa al Ática. Aunque, según algunas fuentes, llegó embarazada de Orestes.
Ya libre de la maldición, Orestes ocupó su lugar como rey de Micenas junto a su mujer. Llevaba toda la vida prometido a su prima Hermíone, la hija de Menelao y Helena. Sin embargo, cuando estuvo en Delfos consultando cómo librarse de su locura, se había encontrado con Neoptólemo[2]. Resultaba que Menelao se la había prometido al hijo de Aquiles al creer que su sobrino había muerto. Orestes había asesinado a Neoptólemo[3] y se había llevado consigo a Hermíone.
Pílades, por su parte, se casó con Electra.
Notas
[1] O a Argos, según Higino.
[2] Que estaba a su vez consultando al oráculo por qué Hermíone no le daba hijos.
[3] Otra versión sobre el asesinato es que se produjo a manos de un tal Marquereo de Fócide porque Neoptólemo no estaba consultando el oráculo, sino saqueándolo.
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