"Penelope Unraveling Her Work at Night" (1886), Dora Wheeler
Episodios

Penélope y sus pretendientes

Terminada la Guerra de Troya los héroes aqueos regresaron a sus hogares, si bien no todos los regresos fueron rápidos ni libres de tragedia. Odiseo, quien ideara la construcción del caballo de madera que derrocó finalmente a los troyanos, fue uno de los peor parados.

A lo largo de la travesía de regreso, Odiseo ofendió a Poseidón al cegar a su hijo, el cíclope Polifemo. El dios de los mares, encolerizado, puso todas las trabas posibles a la expedición itacense, haciendo que el retorno del rey Odiseo a su patria se alargase durante diez años más, sumados a los otros diez que ya había durado la guerra contra los troyanos.

Durante todo este tiempo, su esposa Penélope y su hijo Telémaco esperaban ansiosos el regreso del héroe griego, pero era tanto el tiempo que había transcurrido desde el final de la guerra, y tan pocas las noticias sobre el paradero de Odiseo, que ambos dudaban de que se mantuviese con vida.

No eran los únicos que llegaron a tal conclusión; pues, convencidos de que Odiseo estaría seguramente muerto, prácticamente todos los nobles de Ítaca e incluso de las islas cercanas exigían a Penélope aceptar la muerte de Odiseo, considerarse viuda y tomar, de entre todos ellos, un nuevo esposo.

Aunque Penélope se negaba a dar por muerto a su marido, los nobles se instalaron en el palacio para presionar a la reina; aprovechándose, de paso, de la hospitalidad de ésta. Así, aquellos impúdicos pretendientes vaciaban sin ningún tipo de vergüenza la despensa y la hacienda del desaparecido Odiseo, esperando poder ocupar su sitio.

Finalmente Penélope se vio obligada a poner una fecha para tomar su decisión. Pero, haciendo alarde de su sagacidad (y algo de inspiración divina), se excusó diciendo que no podría tomar nuevo esposo hasta concluir el sudario destinado a su actual suegro, el anciano rey Laertes. A regañadientes, los pretendientes aceptaron este —en apariencia— ligero retraso, convencidos de que finalmente la reina había entrado en razón.

Lo que desconocían era que, durante la noche, Penélope deshilaba todo aquello que había tejido durante el día, creyendo así ganar el tiempo suficiente para que Odiseo regresase a Ítaca. Mientras, los pretendientes se dedicaban a jugar a los dados, beberse el vino de las bodegas y saciar su apetito con las mejores carnes del ganado real.

Tres largos años duró el engaño, pero la treta de Penélope acabó siendo descubierta cuando una sirvienta de palacio desveló a los pretendientes la verdad. Enojados, estos ya no dieron opción a la reina de seguir postergando su decisión. Penélope acabaría el sudario de Laertes sin deshilarlo, pues ellos la vigilarían, y entonces se prepararía para unas nuevas nupcias.

Continúa en La matanza de los pretendientes

 

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