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Dédalo (parte 2): Pasífae y el toro de Creta

Tras morir el rey Asterión, el trono de Creta se debatía entre los tres hijos de Europa y Zeus que Asterión había adoptado como propios: Minos, Radamantis y Sarpedón. El difunto rey había declarado a los tres hermanos como sus legítimos sucesores, confiando en que ellos podrían decidir cuál de los tres reinaría. Minos se ofreció voluntario inmediatamente, argumentando que no lo hacía por él mismo, sino porque los propios dioses le habían elegido para reinar en Creta. Como prueba, prometió que al día siguiente Poseidón haría surgir del mar un toro. Pensando que tal cosa era imposible, los dos hermanos de Minos aceptaron el trato y decidieron esperar a que amaneciese. Durante la noche, Minos rezó al dios de los mares y le prometió que si hacía surgir del mar al toro, él se lo ofrecería como sacrificio en una gran ceremonia.

El dios aceptó, y —tal como se había acordado— al día siguiente un hermoso toro surgió del mar, por lo que Minos accedió al trono de Creta. Y junto a él su esposa Pasífae, hija del dios Helios y la ninfa Perseis.

Sin embargo, el nuevo rey —amparado por su mujer— faltó a la palabra dada a Poseidón. Asombrado por la tremenda robustez y el elegante porte del toro, Minos tramó un engaño. Cogería en su lugar a uno de los toros de su rebaño y lo haría pasar por éste, pudiendo entonces quedárselo y utilizarlo como semental. Por supuesto Poseidón descubrió la artimaña de Minos, y a modo de venganza hizo que la reina Pasífae quedase prendada del toro surgido de los mares. La reina, obedeciendo el designio divino, intentó tener relaciones con el toro. Sin embargo éste, fiel a su naturaleza, no parecía interesado en ella.

Fue entonces cuando la reina decidió consultar a Dédalo, el gran inventor ateniense que por aquel entonces se encontraba desterrado en Creta (debido al asesinato de Pérdix). Tras darle vueltas al asunto, y gracias a su ingenio, Dédalo ideó un armazón de madera al que cubrió con la piel de una vaca, y lo restregó con tierra y hierba para completar el señuelo. Tras llevar el armazón a los establos, Pasífae se desnudó y se metió dentro del falso animal; y el toro, pensando que era una vaca de verdad, procreó con ella.

De este acto de bestialismo nacería un niño con cuerpo humano y cabeza de toro. Llamado en principio Asterión, en homenaje a su «abuelo», pronto empezó a conocérsele como «el toro de Minos» o, lo que es lo mismo, Minotauro (aunque, irónicamente, Minos nunca fue el auténtico padre de este).

Cuando se supo del nacimiento del Minotauro, la vergüenza se instaló en la casa de Minos. No se podía borrar lo que había pasado, pero sí ocultarlo. De nuevo con la ayuda de Dédalo, se construyó un intrincado laberinto donde desde ese momento, y hasta el fin de sus días, viviría recluida la infame bestia.

 

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